sábado, 5 de noviembre de 2016

El Islam no es un gueto

El Islam no es un gueto


Por: Said Abdunur Pedraza, organizador del Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz (2016) y director del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista (2009-2010)




As salamu aláikum. Que la paz de Dios sea con todos ustedes.

Hace unos meses, dejó la ciudad de Bogotá un hermano muy querido, el Chaij Abo Hasan. Regresó a su país, Egipto, luego de vivir tres años entre nosotros y ser imam de la Mezquita Estambul. Un gran musulmán, que estudió español en la Universidad Nacional de Colombia para integrarse a nuestra comunidad y conocer mejor nuestra realidad. Abo Hasan es egresado de la famosa universidad de Al Azhar, una de las más antiguas del mundo. Ahora está en su pueblo, Asuan, al sur de Egipto, y desde su casa vio la firma del acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Luego, publicó esto en su perfil de Facebook:

“Me gustan mucho las palabras que pronunció el presidente colombiano: ‘Prefiero un acuerdo imperfecto que salve vidas a una guerra perfecta que siga provocando muertes’. Estas palabras me hacen recordar los dichos de los sabios del Islam, pues muchos de ellos han dicho que es mejor dar a la gente un perdón incorrecto que un castigo correcto. Para mí esto también es mejor.”


Un  sabio del Islam es alguien que estudió profundamente esta forma de vida y la puso en práctica, y cuyas opiniones siempre estuvieron sustentadas en el texto original del Corán en árabe, y en los dichos auténticos del profeta Mujámmad (Que Dios lo bendiga). Podemos decir con toda claridad y confianza, basados en evidencias claras, que lo que Dios Todopoderoso y Eterno nos ordena en el Corán, y lo que el profeta Mujámmad (SAWS) nos enseñó con su propio ejemplo de vida, es que evitemos el derramamiento de sangre, que busquemos salidas pacíficas a los conflictos, que agotemos siempre todas las vías diplomáticas, y que incluso cuando legalmente se dé el caso de que un musulmán tenga derecho a exigir que se castigue a alguien que lo ha perjudicado, para el musulmán siempre es mejor perdonar. Dice Dios en el Corán:

“La ofensa debe ser retribuida por una pena equivalente, pero quienes sepan perdonar serán recompensados por Dios.” (42:40)


He  iniciado hablando de un hermano egipcio, porque algo que me ha causado una impresión honda en este último mes, es que los extranjeros se entusiasman cada vez más con el fin del conflicto colombiano y apoyan, desde muchas perspectivas, pero siempre con mucha energía, que se apruebe el acuerdo de La Habana en el plebiscito que se realizará mañana. Para la mayoría de ellos, el fin de la guerra contra las FARC significa un avance para la paz de toda Latinoamérica y de todo el mundo. Parece que entienden en profundidad lo que dice la historiadora Diana Uribe en su video “dejemos de matarnos”, que cuando un conflicto acaba, la humanidad en su conjunto avanza, y no les cabe en la cabeza que haya gente en este país que esté en contra, que quiera votar por el NO.

El expresidente uruguayo Pepe Mujica aseguró que, si Colombia dice NO a los acuerdos de paz, daría la impresión de ser un pueblo esquizofrénico que se aferra a la guerra como forma de vida, y América Latina difícilmente entendería esa decisión. El periodista británico John Carlin aseguró que “nada disolverá la percepción universal de que Colombia es un país retrógrado y absurdo si sus habitantes niegan su apoyo al acuerdo final para la terminación de medio siglo de conflicto.” Y la estadounidense Jody Williams, premio Nobel de la paz, afirmó: “Si hay impunidad para las FARC también hay impunidad para la gente del otro lado que también estaba empujando la guerra. Los militares también cometieron violaciones, los paramilitares hasta más, y hay políticos que también tienen culpa de lo que ha pasado en este país, y solamente fijarse en las Farc… las Farc... las Farc...”

La contraparte es que no pareciera que el pueblo colombiano en general estuviera igualmente entusiasmado. Como si nosotros mismos no pudiéramos ver y entender lo que ellos, desde afuera, tienen tan claro. Uno podría salir del paso con el argumento facilista de que los colombianos estamos tan acostumbrados a la guerra, o tan genéticamente dispuestos a la violencia, que sumarle dos meses, dos años, o dos décadas más a esta matanza, se nos hace poca cosa con tal de lograr un acuerdo “más favorable” para el país, aunque no hay ni una sola propuesta sobre qué diría, en concreto, ese supuesto nuevo acuerdo.

Pero el asunto va más allá. Porque tenemos algo claro, imperfecto, incompleto, pero tangible. No es solo un texto escrito que es de dominio público. Las FARC ya han entregado menores de entre sus filas a la Cruz Roja Internacional, ya han comenzado a entregar explosivos a la ONU, ya han trabajado en conjunto con las fuerzas militares del país en una versión piloto del programa de desminado, ya han pedido perdón a víctimas, ya han cesado el fuego… Es decir, de todo lo que las FARC han prometido hacer, ya hay un inicio, ya hay cosas que se están haciendo. Y ya tenemos un cese bilateral al fuego que, según las cifras del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, ha significado una reducción de 98% en muertes de civiles en todo el país. Es decir, no es que si gana el sí comenzamos de ceros, no es que estamos creyendo a ojo cerrado que las FARC van a cumplir: ya hay un camino transitado, que es real y tangible. No, no es 100% seguro, no vamos a la fija, pero es que no existe nada 100% seguro en la vida, y seguir este camino es lo que se llama un riesgo calculado. Y la alternativa, con el no, es parar todos esos procesos a ver qué pasa. Sí, a ver qué pasa, porque nadie tiene claro qué pasaría si gana el NO. Y como dijo el reconocido escritor bogotano Mario Mendoza:

“Si ellos lograron el acuerdo de paz allá, y nosotros no apoyamos ese acuerdo, eso significa que el problema no es la guerrilla, ni tampoco lo son los paramilitares, el problema somos nosotros.”


Lo  único que podemos tomar como referencia real, clara, de lo que pasaría si gana el NO, es la experiencia de Guatemala. En 1999, en ese país centroamericano se hizo una consulta popular para refrendar las reformas constitucionales acordadas en el proceso de paz con la guerrilla. A la gente la asustaron con una serie de mentiras, como que se iba a acabar el ejército, y aunque en los campos, los que más habían sufrido la violencia apoyaban el SÍ, la gente de las ciudades creyó lo que decían los militares y finalmente ganó el no. Hoy en día, los guatemaltecos afirman que su país está peor pues, aunque se respetó el cese al fuego y la guerrilla se desmovilizó y entregó las armas, no se hicieron efectivos los cambios en el sistema político y social necesarios para superar las causas del conflicto, y tampoco se tomaron medidas para terminar con las violaciones a los Derechos Humanos por parte de las fuerzas armadas. Además, el crimen organizado prosperó en el ambiente de violencia que generó el vacío dejado por las reformas rechazadas.

Por lo tanto, la decisión entre el SÍ y el NO es una decisión entre lo que ya se acordó, firmó y comenzó a ponerse en práctica, y un deseo nebuloso de que las cosas sean distintas sin saberse cómo, ni cuál sería la forma de lograrlas de ese modo distinto pero desconocido. Es la decisión entre SÍ vamos a trabajar por este camino que está dando algunos resultados y ya ha salvado vidas, y NO vamos a ceder hasta que todos los de las FARC estén en la cárcel, no sabemos cómo, ni en cuánto tiempo, ni a qué precio.

Los musulmanes estamos convencidos total, profunda y definitivamente, de que el Corán es la Palabra auténtica de Dios, y defendemos con evidencias lógicas, históricas y documentales esa idea. En el Corán, Dios nos dice:

“Quien mata a una persona sin que ésta haya cometido un crimen o sembrado la corrupción en la Tierra, es como si matara a toda la humanidad. Pero quien salva una vida es como si salvara a toda la humanidad.” (5:32)


Miremos lo que nos dice aquí: Si matas a alguien que es inocente, mereces el mismo castigo que si extinguieras a la raza humana por completo. Pero si salvas a alguien, inocente o no (aquí Dios no pone condición alguna) mereces la misma recompensa que si salvaras a la humanidad entera. Y ya que el profeta Mujámmad (SAWS) dijo que los creyentes debemos competir en hacer buenas obras, tenemos la obligación de aprovechar cualquier oportunidad que tengamos de salvar o de ayudar a salvar una vida, aunque esa vida sea la de nuestro peor enemigo. Simple y llano.

El profeta Mujámmad, que Dios lo bendiga, fue un gran diplomático que sirvió muchas veces como intermediador, solucionando conflictos de manera pacífica. Una vez, él fue a la ciudad de Taif, al sur de La Meca, para llevar allí el mensaje del Islam. La gente lo sacó de la ciudad a pedradas. Los mayores les ordenaron a los niños que ayudaran a lanzarle piedras para que saliera de la ciudad y no volviera nunca. A las afueras de la ciudad, cuando dejaron de perseguirlo, el profeta estaba sangrando al punto de que sus sandalias estaban inundadas de sangre, entonces se le apareció el ángel Gabriel y le preguntó si quería que esa ciudad fuera aplastada por dos montañas. Mujámmad, que Dios lo bendiga, le respondió que no, porque quizás los hijos de esa gente, o los hijos de sus hijos, podrían ser buenos creyentes. Es decir, el profeta en lugar de querer castigar a quienes lo agredieron, prefirió salvar sus vidas con la esperanza de que sus descendientes fueran mejores que ellos. Extrapolemos eso a nuestra realidad actual y pensemos que los miembros de las FARC le han hecho mucho daño a este país, pero sus hijos y nietos merecen la oportunidad de hacer algo bueno por Colombia. Como dije antes, desde que se inició el cese bilateral al fuego entre el gobierno y las FARC, se han reducido las muertes por causa del conflicto en un 98% Solo por las vidas que ya se han salvado, vale la pena arriesgarnos a continuar por ese camino, con todos los peros que podamos hallarle, porque si le podemos hallar peros, es precisamente porque tenemos algo concreto qué criticar.

De hecho, si de encontrarle fallas al acuerdo de La Habana se trata, los musulmanes seríamos los campeones. Para nosotros el asunto es simple y llano: Ni Santos ni Timochenko son musulmanes, no hay un solo musulmán ni en el secretariado de las FARC ni en el gobierno colombiano, y la voz de los musulmanes no fue escuchada ni tenida en cuenta en lo absoluto durante los casi 6 años de negociaciones. Ningún musulmán tuvo participación en los hechos que desencadenaron esta guerra. Pero más importante, quienes escribieron esos acuerdos no estaban pensando en cumplir la ley coránica. Santos nunca le dijo a Timochenko: “Comandante, debe tener en cuenta que el Corán dice tal y tal cosa…”, ni Timochenko le dijo jamás a Santos: “Ojo, presidente, esto hay que incluirlo en el acuerdo porque el profeta Mujámmad (SAWS) dijo en un jadiz que ha sido autenticado, tal y tal cosa…”

Podríamos, entonces, asumir la posición de gueto, mostrarnos ajenos a la realidad que está viviendo la sociedad que nos rodea, declararnos extraños a ella, y dejar simplemente que los no musulmanes decidan si siguen matándose entre ellos o no, pues al fin y al cabo, mientras no acepten la ley de Dios y obedezcan a su Creador, el Único Dueño y Señor de todo cuanto existe y el Único merecedor de adoración, jamás podrán construir una sociedad justa y en paz para todos, pues las leyes de los hombres siempre serán imperfectas. Nosotros sabemos que toda fuerza y todo poder provienen solo de Dios y, por lo tanto, solo Dios puede guiarnos y ayudarnos para darle paz a nuestras vidas. Si no obedecemos a Dios, si no nos esforzamos en cumplir Sus mandatos y en seguir el ejemplo de Sus profetas, seguiremos como el hombre en la caverna de Platón, estrellándonos en la oscuridad, persiguiendo sombras, sin conocer jamás la verdad.

Pero el Islam no es un mensaje para ser guardado o escondido, no le pide a los musulmanes que se abstengan de participar en las sociedades en las que viven. Todo lo contrario. Noé, Abraham, Moisés, Salomón, David, Juan el Bautista, Jesús, Mujámmad y los demás enviados de Dios, que Dios los bendiga a todos, vivieron en medio de sociedades y pueblos que desobedecían a Dios. Fueron enviados precisamente para servir de guía a esos pueblos. Tuvieron que ser partícipes de sus sociedades, algunos incluso como dirigentes, como el caso de Moisés y Salomón. Ya que Mujámmad fue el último profeta, el profeta enviado para toda la humanidad, y ya que él es el ejemplo que tenemos a seguir, nuestra misión como musulmanes no es aislarnos del mundo, sino también ser un ejemplo para el mundo. Un ejemplo de misericordia, como nos ordena Dios en el Corán:

 “Aquellos que hacen caridad, tanto en momentos de holgura como de estrechez, controlan su enojo y perdonan a las personas, sepan que Dios ama a los que hacen el bien.” (3:134)

Los musulmanes que vivimos en Colombia, tanto los inmigrantes como los nativos, tenemos la misión de mostrarle a este país la belleza y la veracidad del Islam, no con meros discursos y exposiciones, sino con nuestro diario vivir. Por eso, es de fundamental importancia que, como individuos y como comunidad islámica, apoyemos el proceso de paz colombiano, no solo votando por el SÍ, sino dando luces a esta sociedad sobre cómo construir un país en paz en el posconflicto, con nuestro propio trabajo, con nuestros propios proyectos de construcción de paz. Así como en su tiempo los profetas tuvieron que trabajar desde ceros, llevando el mensaje del monoteísmo puro a sus pueblos, trabajando para mejorar sus sociedades, así mismo debemos nosotros mantenernos firmes en nuestra fe, trabajando para mejorar nuestra sociedad, llevando así el mensaje divino a los colombianos, sin esperar ni pretender que toda Colombia se haga musulmana, sino cumpliendo nuestro deber de llevar luz a la oscuridad, pues solo Dios guía a quien Él quiere. Dios mismo nos dice en el Corán que Él hubiera podido hacernos a todos creyentes, pero no lo hizo así, por eso somos diversos, y por eso los musulmanes siempre hemos convivido con no musulmanes, la sociedad islámica siempre ha sido una sociedad incluyente, una civilización que reconoce la libertad de culto, y por lo tanto, desde el inicio los musulmanes hemos estado llamados a respetar la diversidad, invitando a los no musulmanes a conocer y aceptar el Islam, pero sin proselitismo y sin coacción, pues Dios mismo nos dice: “No se puede forzar a nadie a creer.” (2:256) Sabemos que lo más importante en la vida es creer en Dios y adorarlo solo a Él, pues Dios nos dice en el Corán que Él nos creó para eso, ese es el propósito de nuestra vida. Y si se nos ha prohibido obligar a una persona a hacer aquello para lo que fue creada, ¿acaso podemos obligarla a cualquier otra cosa?


Por otra parte, analizando el texto de los acuerdos de paz de La Habana, hallaremos que, aunque no se hayan tenido en cuenta los valores y principios islámicos para su redacción, en su espíritu y en muchos de sus puntos están de acuerdo con los mismos, debido a que el Islam mantiene el mensaje de la religión original, y por lo tanto, sus principios son universales y pueden hallarse en el núcleo o en los orígenes de todo sistema moral.

Antes de embarcarnos en la organización de este foro, consultamos con eruditos islámicos de diferentes países. Mi esposa y yo estudiamos árabe y ciencias islámicas en Egipto, donde vivimos cuatro años, pero no somos eruditos, y mientras uno más estudia el Islam, más aprende la importancia de preguntar a quien sabe más que uno, y asegurarse de hacer las cosas como Dios manda. Así que preguntamos si hacer este evento era islámicamente correcto, si estábamos bien enfocados, si es lícito en la jurisprudencia islámica que los musulmanes participemos con nuestro voto en el plebiscito, y a todo esto recibimos respuestas positivas.

De hecho, solicitamos una fatua, una opinión legal de un mufti, un doctor en jurisprudencia de Cátar, quien nos respondió que la participación en un proceso electoral en el que no se elige una persona ni un partido, sino se refrenda un acuerdo, es perfectamente lícita para los musulmanes. Esto fue corroborado por el Chaij Anas Quevedo, graduado en derecho islámico de la Universidad de Medina. Luego hablamos con el Chaij Isa García, quien no solo estuvo de acuerdo con este evento, sino que nos brindó su apoyo y confirmó su participación junto con su esposa. A medida que íbamos involucrando a más musulmanes en el proyecto, recibíamos más apoyo de las personas de conocimiento, como el Chaij Lyes Marzougui, que en cuanto lo invitamos a participar confirmó sin vacilar su apoyo. Por eso, no tenemos ninguna duda de que los musulmanes no solo podemos participar en el plebiscito, sino que debemos hacer todo a nuestro alcance para ayudar a la sociedad colombiana a aprender a vivir en paz.

Y esto último es lo más complicado. Hace unos pocos días, salimos con mi esposa en la moto para realizar algunas diligencias relacionadas precisamente con la organización de este foro. De repente, otra moto nos alcanzó y nos cerró, nos obligó a parar en medio de una avenida. El conductor comenzó a lanzarnos improperios, y luego comenzó a agredirnos físicamente dejando atónito incluso a su acompañante. Según él, yo le había cortado el paso y casi lo hago caer. Ahora bien, si me hubiera alcanzado en el semáforo, y allí me hubiera dicho que debía tener más cuidado, que casi lo hago accidentarse, yo simplemente me hubiera disculpado, le habría dicho que en verdad no me había dado cuenta de nada y que tendría más precaución. Eso habría sido todo, y yo, aunque seguro de no haber hecho ninguna maniobra peligrosa, habría quedado con el pensamiento de que debía estar más atento. Pero esta persona recurrió directamente a la violencia, por poco causa un accidente, nos agredió, tuve que llamar a la policía, y aunque al final el asunto no pasó a mayores, todos nos exaltamos, nos estresamos y perdimos media hora de nuestro día de forma completamente absurda e inútil.

Eso es lo que hay que transformar. Tenemos que desarmar nuestros corazones. El profeta Mujámmad nos enseñó que debemos ser gentiles con todos (reyes, siervos, ricos, pobres, blancos, negros, amarillos, mujeres, hombres…), y que debemos ser buenos vecinos. Veamos algunos ejemplos de esas enseñanzas:

Dijo Anas (que Dios esté complacido con él) que iba caminando junto al profeta (que Dios lo bendiga) cuando un beduino se acercó a él y lo tironeó violentamente de su capa dejándole marcas en el cuello, y le dijo: ‘Mujámmad, ordena que me den algo de las riquezas que Dios te ha dado.’ El profeta (SAWS) lo miró, sonrió y pidió que le dieran algo. Esto está registrado en Bujari y en Múslim.

Un compañero le informó al profeta (SAWS) que la tribu de Daus se había rebelado y le pidió que hiciera una súplica a Dios en contra de ellos. El profeta (SAWS) se encaró hacia La Meca, levantó sus manos y dijo: “Dios, guía a la tribu de Daus y tráela de regreso.” Esto está registrado en Bujari y en Múslim.

Cuando Úmar Ibnu Ámir (RA) le preguntó al profeta (SAWS) cuál era el mejor acto, este le respondió: “Mantén los lazos de parentesco con aquellos que lo cortan, dale al que te ha privado, y no busques vengarte del que te hizo daño.” Esto está registrado en Ájmad y en At Tabarani.

Y también en Ájmad está registrado que el profeta, que Dios lo bendiga, afirmó:

“Un árabe no es mejor que un no árabe, y un no árabe no es mejor que un árabe; una persona blanca no es mejor que una persona negra y una persona negra no es mejor que una blanca, excepto por la piedad.”

Es  decir, todos somos iguales, y lo único que nos diferencia ante Dios, son nuestras buenas obras.

Recordemos también que al profeta (SAWS) lo persiguieron, lo humillaron, lo atacaron, hicieron atentados contra su vida, sus seguidores fueron discriminados, agredidos, torturados, algunos asesinados, todos finalmente exiliados. Sin embargo, no solo respetó la vida, la integridad y las propiedades de sus enemigos, que por más de una década le habían hecho la vida imposible, y que le habían declarado la guerra, causando muerte y destrucción entre los musulmanes. Cuando el profeta llegó a La Meca con un gran ejército y entró sin que nadie pudiera oponérsele, no permitió el pillaje, no puso en la cárcel a nadie, permitió que quienes quisieran quedarse lo hicieran con todas las garantías sin exigirles nada a cambio, excepto el cumplimiento de la ley (como en toda sociedad) y, es más, aceptó como sus hermanos a aquellos de sus enemigos que decidieron abrazar el Islam. Esto llegó a tal punto, que la mujer que ordenó el asesinato de su amado tío, se acercó a él totalmente cubierta para que no la reconociera, y le dijo que quería aceptar el Islam. Él supo que era ella y se lo dijo, sintiendo un profundo dolor y una enorme rabia. Ella le pidió perdón y le dio su testimonio de fe. Él recibió su testimonio y la aceptó como su hermana en el Islam, dándole los mismos derechos y garantías de los demás musulmanes.

En otros jadices está registrado que el profeta dijo palabras que nos instan a perdonar y tener misericordia con los demás seres humanos, sean musulmanes o no. El profeta Mujámmad dijo: “Si muestras misericordia hacia los que están en la Tierra, Aquel que está en el cielo mostrará misericordia hacia ti.” También dijo: “Aquellos que no muestran misericordia hacia los demás, no recibirán misericordia,” y: “quienes son misericordiosos recibirán misericordia del Señor Más Misericordioso.” Y también dijo: “La amabilidad embellece todo lo que toca, y su ausencia hace las cosas feas.”

Ese es el ejemplo del hombre que los musulmanes afirmamos seguir. Él es nuestro modelo de vida. ¿Y por qué Mujámmad fue tan magnánimo? Porque obedecía las órdenes de su Señor. Dios nos dice en el Corán:

“Ante todo, elige perdonar.” (7:199)

Los musulmanes no podemos esperar que un día, milagrosamente, toda Colombia sea musulmana, para entonces poder vivir en paz bajo la ley de Dios. No, nuestra labor es ser parte de esta sociedad que también es nuestra, porque también somos colombianos; construir una Colombia en paz, porque esta también es nuestra tierra; y dar lo mejor de nosotros para que, con nuestro trabajo, nuestra actitud, nuestro compromiso, el resto de Colombia vea que el Islam es una opción, una propuesta diferente e interesante, para la construcción de un país pacífico, equitativo, con bienestar para todos, tanto musulmanes como no musulmanes. Esa es la mejor forma de dawa que existe. Y este es un momento crucial. Esta es nuestra más grande oportunidad de acallar las falsas acusaciones y la mala prensa contra el Islam, y demostrarle a nuestro país y al mundo entero, que el Islam es paz, porque es una forma de vida que nos enseña de manera real y efectiva, a construir la paz.

Mañana, dos de octubre de 2016 según el calendario gregoriano, se llevará a cabo el plebiscito que definirá el camino que los colombianos queremos seguir en relación a la construcción de la paz en nuestro país. Casualmente, en el calendario musulmán mañana es primero de mujárram de 1438, es decir, el primer día de un nuevo año. Invito a los ciudadanos colombianos musulmanes a iniciar este nuevo año islámico votando por el SÍ; empecemos el año alentando la esperanza, con el compromiso de ser parte activa de los procesos del posconflicto para hacer de este un país mejor.

Para terminar, quiero compartir con todos, musulmanes y no musulmanes, un consejo muy sabio que nos da Dios mismo en Su Revelación, y que es la clave para que este proceso de paz realmente funcione:

“Responde con una buena actitud [si eres maltratado], y verás que aquel con quien tenías enemistad se convierte en un amigo ferviente.” (41:34)

Muchas gracias.

(Documento preparado en el marco del Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz, organizado por Máktaba con el patrocinio de Islam in Spanish. 1 de octubre de 2016 - Puede ser descargado en formato PDF en www.academia.edu/29688330/EL_ISLAM_NO_ES_UN_GUETO)


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sábado, 22 de octubre de 2016

Volver a la guerra y acabar de una vez por todas con las FARC

Volver a la guerra y acabar de una vez por todas con las FARC


Por: Said Abdunur Pedraza, organizador del Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz (2016) y director del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista (2009-2010)


El mensaje más repetido de los que votaron NO para aquellos que votamos SÍ en el plebiscito del 2 de octubre, ha sido: “Ganamos, supérenlo.” No estoy de acuerdo, no ganó nadie, perdió el país, pero bueno, decidí hacer el ejercicio.

Lo primero que hay que admitir es la cruda derrota. Ganó el NO. Por una diferencia pírrica (53.908 votos), pero ganó. La abstención fue la mayor de los últimos 22 años (62,59%) y el huracán Matthew tuvo algo que ver con eso, pero igual, ganó el NO. Se presentó una tutela para que se realice nuevamente el plebiscito en las zonas que fueron afectadas por el huracán, y se dice que así ganará el SÍ, como anunciaban con bombos y platillos todas las encuestas. Sin embargo, eso podría tener graves consecuencias políticas en la polarización en que está el país. Ya muchos afirman que el gobierno quiere repetir el plebiscito ad infinitum, si es necesario, hasta que gane el SÍ. En todo caso, la tutela aún no ha tenido respuesta y sigue como ganador el NO.

Dado que la diferencia con la que ganó el NO fue de un mísero 0,42%, se ha dicho que solo se les debe permitir a los del NO modificar los acuerdos en ese mismo porcentaje. La realidad es que, al haber ganado el NO, los acuerdos de La Habana recibieron el rechazo político, y algunos de la campaña del NO afirman que hay que renegociar desde el principio.

También es cierto que el SÍ ganó ampliamente en muchas de las regiones más golpeadas por el conflicto armado con las FARC (95% en Bojayá, 91% en El Tarra, 84% en Toribío, 76% en Arauquita, 76% en Quibdó, 93% en Guapi, etc.) Muchos apuntan a que el NO ganó gracias a que el “país paisa” (Antioquia y el Eje Cafetero) apoyó la campaña de su paisano expresidente. Eso no es justo con los que votaron por el SÍ en esa zona, y al final, esa maravilla llamada democracia le da la razón a quien logra mayores números. Si quienes más han sufrido con la guerra quieren pararla y están dispuestos a perdonar y a trabajar hombro a hombro con sus victimarios para construir la paz y entregarles a sus hijos un país mejor, eso es lo de menos. Lo que importa es este numerito: 0,42% Con eso ganó el NO, punto.

Se han interpuesto ante la ley colombiana varias demandas contra la campaña del NO por juego sucio. Es cierto que engañaron, mintieron, manipularon, pero las demandas aún no han sido contestadas y el NO sigue vencedor. Muchos que votaron NO han mostrado públicamente su indignación por la campaña sucia y se han mostrado arrepentidos por su elección de voto. Unos votaron en contra de que se pusieran impuestos para darles sueldos a los guerrilleros, y ahora ven que, igual, nos van a meter más impuestos gracias a una reforma tributaria que se va a hacer con o sin paz, pues no tiene nada que ver con los acuerdos de La Habana. Otros votaron NO por miedo a que Colombia se convirtiera en otra Venezuela, y ahora descubren que Santos es un oligarca neoliberal y que es imposible que algo en los acuerdos apuntara a implementar ningún tipo de socialismo en este país, porque de haber sido así, ni los Estados Unidos los habría apoyado, ni la Corte Penal Internacional los habría avalado. Otros votaron NO por miedo a que nos obligaran a todos a enseñarles a nuestros hijos a ser homosexuales. Ahora ven declaraciones de la Iglesia Católica y de varias iglesias evangélicas afirmando la verdad: que no hay nada de “ideología de género” en los acuerdos de La Habana. Otros, finalmente, no querían que les quitaran sus tierras para dárselas a los guerrilleros. Ahora tienen claro que eso solo puede ocurrirle a quienes hayan conseguido tierras conquistadas a punta de plomo y terror por los paramilitares. Pero por mucho que se sientan manipulados, engañados, y para nada representados por los que han llevado propuestas en su nombre al gobierno, ya votaron por el NO, sus votos ya fueron contados, y mientras el plebiscito no sea declarado nulo por fraude electoral de la campaña del NO, el NO sigue siendo vencedor. Además, los que no se arrepienten de haber votado NO, que también son muchos, afirman que el SÍ también mintió, y que así estamos a mano.

Los propios líderes de la campaña del NO interpusieron varias demandas para que el plebiscito fuera declarado ilegal, inconstitucional, ilegítimo. Ahora que el NO ganó, quisieron retirar esas demandas, pero legalmente eso no era posible. La Corte Constitucional aún no ha dado un veredicto sobre el tema, pero personalmente dudo mucho que el plebiscito sea declarado nulo, ya sea por estas demandas, o por el huracán, o por el fraude electoral de la campaña del NO, o por las marchas masivas a favor de que se implementen los acuerdos de La Habana ya mismo, tal y como están, incluyendo cartas de los militares en prisión, testimonios de votantes del NO arrepentidos, peticiones de las víctimas, manifestaciones de los colombianos en el exterior, etc., etc. Declarar nulo el plebiscito podría desencadenar una nueva oleada de violencia, si tenemos en cuenta que hubo grandes empresarios y terratenientes que invirtieron su dinero para que ganara el NO, y ya se sabe que muchas de esas personas tienen nexos con los paramilitares que, a pesar del proceso de paz con las autodefensas, siguen activos en muchas regiones del país. No, no creo que sea conveniente ni que vaya a ocurrir, que se declare nulo el plebiscito.

Entonces, viene lo segundo que hay que admitir: No todos los que votaron por el NO lo hicieron por la manipulación y los engaños de esa campaña, ni porque sean borregos que hacen lo que su expresidente o el pastor de su iglesia les dice, ni porque no leyeron los acuerdos y no tienen ni idea de por qué votaban en realidad, ni porque simplemente les cae mal el presidente y votaron contra él.
Muchos votaron por intereses políticos o económicos. Todos aquellos a los que no les conviene la restitución de tierras porque saben que tienen terrenos que fueron arrebatados violentamente a sus dueños originales, aquellos a quienes no les conviene la justicia transicional porque allí se puede destapar toda la verdad que no quieren que se sepa, aquellos que tienen aseguradas las próximas elecciones locales gracias a sus influencias y no quieren que el partido político que se forme a partir de la desmovilización de las FARC les haga algún contrapeso, los narcos que necesitan que las zonas donde tienen sus instalaciones y sus corredores de transporte se mantengan aisladas por la violencia para que nadie interfiera en sus negocios, los mercenarios que se lucran con el negocio de la muerte, los extranjeros que venden armas a ambos bandos… Todos ellos siguen apoyando el NO, y tienen bastante poder para seguir dilatando la renegociación y boicoteando el proceso de paz. Ellos no quieren paz y no hay forma de hacerlos cambiar de opinión.

Pero también está una parte de las víctimas y una parte de los militares. En ambos casos son partes minoritarias, pero con una posición muy firme y activa. Ellos dicen que quieren paz, pero no dicen a qué costo. Para ellos, la única solución posible es que las FARC sean aniquiladas, matando a los que más se pueda, hasta que se sometan arrodillados pidiendo clemencia, y entonces dejar que se pudran en la cárcel.

Entonces, viene lo tercero. Pensar: Y… ¿por qué no? Es decir, se supone que las FARC están negociando porque les dieron muy duro, las debilitaron mucho, y aunque no han sido derrotadas militarmente, es cuestión de poco tiempo, unos cuantos muertitos más, y se acabó el asunto. Al menos eso creen muchos.

Sí, es cierto que Uribe prometió acabar a las FARC en 2 años, lo intentó durante 8 a un costo de vidas altísimo, dejando más de 3 millones de desplazados y miles de falsos positivos en el camino, y no pudo. Pero esta gente, radicalizada en el NO, realmente cree que eso es un mal necesario. Algunos lo han expresado claramente en redes sociales: Es cuestión de reorganizar a las Bacrim en unas autodefensas renovadas y fortalecidas, y listo. De nuevo a la motosierra, a las escuelas de descuartización, a las casas de pique, pero bueno, es por una causa noble y justa: acabar con los criminales narcobandoleros de las FARC. Y claro, reelegir a Uribe, para que salve a la patria. No importa si le toma otros 8 años, o 20, lo que sí es seguro (no para mí, pero sí para muchos) es que él sí puede darnos la paz, a punta de balín. El hecho de que la gran mayoría de los 9 millones y medio de víctimas del conflicto (entre 1985 y 2016) hayan sido civiles, no debe detenernos en el esfuerzo bélico por acabar con menos de 20.000 guerrilleros, ¿verdad?
Entonces, de nuevo, ¿por qué no volver a la guerra y acabar ahora sí, de forma definitiva, con las FARC? Así habría paz, ¿no?

Ese planteamiento me recuerda a Ruanda. En la radio, colaboradores de un grupo radical daban discursos de odio a la gente de manera permanente. En ese momento, el país atravesaba una grave crisis económica debido a la caída del precio internacional del café y al elevado gasto militar, pero se le decía a la gente que los tutsis eran el problema, y si acababan con ellos, habría paz y prosperidad. Resultado: Entre 800.000 y un millón de muertos en solo 5 meses, en un país de solo 8 millones de habitantes. El país quedó devastado, la gente fue asesinada principalmente a machete, la mayoría de las mujeres brutalmente violadas y mutiladas en el proceso de violación. Cientos de miles de desplazados. Los hutus moderados, los que no estaban de acuerdo con el gobierno, los que no aceptaban el genocidio, fueron masacrados junto con el 75% de todos los tutsis del país. Para hacernos a una idea, es como si en Bogotá milicias urbanas persiguieran a los supuestos guerrilleros y a todos los que votamos por el SÍ y asesinaran a un millón de personas en 5 meses, violando y descuartizando gente a machete todos los días de manera sistemática por toda la ciudad. Para hacernos a una mejor idea, la máxima asistencia al Estadio Nemesio Camacho “El Campín” fue de 70.000 espectadores durante el concierto de conciertos de 1988. Habría que llenar ese estadio unas 14 veces con esa misma cantidad de gente y matarlos a todos para cubrir la misma cuota de asesinatos.

Podríamos sentarnos a hacer cálculos: ¿Cuántos guerrilleros son? ¿Y cuántos militares? Haciendo cuentas… un momento, no sabemos exactamente cuántos guerrilleros son, porque nunca hemos tenido datos de cuántos hay en milicias urbanas en las ciudades, estamos pensando solo en los que están en el monte y sus grupos de apoyo, confiando en que los datos que nos dieron sean confiables: 17.500 aproximadamente. Y los de las ciudades bien pueden estar preparando un posible regreso a la guerra, reclutando sangre nueva. Lo que significaría que, al empezar de nuevo el conflicto, las FARC recibirían refuerzos conseguidos durante esta etapa de limbo en que nos dejó la victoria del NO. Por otro lado, las FARC entregaron a unos pocos menores de sus filas a la Cruz Roja, pero al ganar el NO, ese proceso se truncó, así que todavía tienen a la mayoría de menores en sus filas, entrenados y listos para volver al combate. Hace más de una semana que las FARC debían comenzar a entregar las armas a la ONU, pero con la victoria del NO eso nunca sucedió, así que todavía tienen todas sus armas. Y aunque hicieron un proyecto piloto de desminado en conjunto con el Ejército Nacional, ese proceso también quedó suspendido, así que la gran mayoría de las minas sigue donde estaba. En resumen: Las FARC están listas para volver al combate, están descansando y lubricando las armas, todavía tienen prácticamente a todos sus miembros en sus filas, y es posible que reciban refuerzos de iniciarse la guerra nuevamente.

Seamos realistas. Las FARC tienen 52 años de experiencia en guerra de guerrillas, y la difícil orografía colombiana está llena de lugares donde ocultarse, reorganizarse y lanzar ataques. Lugares que ellos conocen muy bien, y fue así como tuvieron en jaque hasta a los gringos cuando tres de sus conciudadanos estuvieron secuestrados en nuestras montañas por parte de esta misma guerrilla (seis años, cuatro meses y tres semanas de secuestro).

Recordemos cómo se formaron las FARC: El entonces presidente Guillermo León Valencia decidió acabar con la insubordinación de un grupito de liberales y comunistas que habían declarado a Marquetalia como república independiente. Entre el 27 de mayo y el 22 de junio de 1964 se dieron fuertes combates y bombardeos, y el Ejército Nacional se impuso en la zona. Sin embargo, 150 combatientes lograron escapar. ¡Solo 150! Estaban diezmados, se les siguió persiguiendo, varios de sus líderes cayeron en las semanas siguientes. Entre los perseguidos se encontraba Pedro Antonio Marín, alias Manuel Marulanda Vélez o Tirofijo, quien murió 44 años después, de muerte natural, siendo comandante de las FARC, hoy día la guerrilla más grande y antigua del hemisferio occidental. Han pasado 52 años desde esa “solución” y lo único que se logró fue que el problema creciera, y creciera, y creciera. La misma solución ha sido repetida muchas veces, por ejemplo, con Turbay y su Estatuto de Seguridad (en la década de 1980), y más recientemente con Uribe y su Seguridad Democrática. Y aquí estamos, con la posibilidad en nuestras manos de ponerle, por fin, un final a ese problema, de comenzar una nueva historia. Pero ganó el NO. Entonces, ¿volvemos a la guerra, a ver si ahora sí podemos hacer lo que no hemos hecho en 52 años de muerte y destrucción?

Si tenemos en cuenta que los paramilitares, con todo su poderío militar financiado por grandes multinacionales, terratenientes, empresarios y carteles del narcotráfico, y con el apoyo de las Fuerzas Militares colombianas, realizando todo tipo de actos de barbarie, desplazando a millones de colombianos, despojándolos de sus tierras, asesinando campesinos inocentes únicamente para practicar cómo descuartizar personas… Si con toda esa brutalidad y toda esa sangre derramada, sumada a los falsos positivos, no se logró acabar con las FARC, ¿cuánta sangre podemos calcular que nos haría falta para derrotar a las FARC y tener, ahora sí, la paz que un grupo de los del NO anhela?

Ahora bien, supongamos que el asunto, ahora sí, funciona. Digamos que un año más de guerra, un millón más de desplazados, unas 10.000 víctimas más entre muertos y heridos, y listo, se rinden las FARC y ahora sí hacemos que todos y cada uno de sus miembros se pudran en la cárcel. Eh…, esperen, todavía no sabremos cuántos son. Muchos no están identificados, quedarán como pernos sueltos por ahí, con la misma sed de venganza con que ahora este grupo recalcitrante del NO espera acabarlos. Personas entrenadas en la guerra, dolidas, sedientas de justicia. ¿Les suena conocido? ¿No fue así como todo comenzó, y no será así como comenzará de nuevo? ¿Estamos todos los colombianos listos y dispuestos a pagar ese precio para que la facción más recalcitrante del NO obtenga su venganza y se logre la paz en sus términos, a sabiendas de que eso, muy seguramente, solo alimentará la rueda de la violencia para que se reactive más adelante? Por otro lado, los que acaben con las FARC lo habrán hecho con un nivel de barbarie igual o superior a la que ya hemos visto, con los paramilitares jugando al fútbol con cabezas cortadas y esas cosas. ¿Esa será la gente “buena” de la Colombia en paz, los “héroes de la patria”?
Por lógica elemental, es absurdo pensar que se pueden obtener resultados diferentes haciendo siempre lo mismo. Yo no estoy dispuesto a ver correr más sangre, ni los que votamos por el Sí, ni los militares encarcelados que han dado su apoyo a los acuerdos de La Habana, ni los miles de colombianos que han estado marchando y concentrándose en campamentos de paz en diversas ciudades del país, ni los que se arrepienten de haber votado por el No, ni los votantes del No que solo esperaban que se hicieran un par de cambios a los acuerdos y luego se los hiciera efectivos, ni los líderes de todos los partidos políticos colombianos que apoyaron el SÍ (que fueron todos los partidos del país excepto uno).

Me disculparán los recalcitrantes del NO, pero su “supérenlo” no es un argumento y no conduce a nada bueno. Colombia lleva 200 años de conflictos. El conflicto con las FARC ha durado 52 años, más de medio siglo de bala, machete y motosierra, de bombas, minas antipersonales, inflados presupuestos para la guerra, desplazados, muertos, etc. En este país hemos realizado todos los actos de violencia concebibles y muchos que escaparon incluso a la imaginación de los inquisidores y de los monarcas más tiranos del medioevo. Hemos transitado ese camino una y otra vez, y lo único que hemos hecho es abrir más heridas. Ya no podemos borrar esas heridas, debemos hacer que cicatricen, aprender a vivir con esas cicatrices, y enseñarles a las siguientes generaciones qué son esas cicatrices, cómo las obtuvimos, cuál es la historia, y por qué no deben repetirla.

El país necesita verdad, reparación y no repetición. Necesitamos la restitución de tierras que está contemplada en los acuerdos de La Habana. Necesitamos ese sistema de justicia transicional que garantice que Colombia, como sociedad, como nación, conozca la verdad y la escriba en su historia. Es cierto, ganó el NO, pero perdió el país. Por eso, no puedo simplemente “superarlo” y aguantarme el hecho de que ganó el NO. En lugar de eso, me sumo al clamor de todos aquellos que realmente desean la paz para este país: Queremos que se implementen los acuerdos de La Habana ya mismo, tal y como están, o en su defecto, con algunas modificaciones negociadas, pero SIN QUE SE ALTERE EN ABSOLUTO LO CONCERNIENTE A LA RESTITUCIÓN DE TIERRAS Y A LA JUSTICIA TRANSICIONAL. Esa es nuestra exigencia. No, no queremos, no podemos, volver a la guerra.


No más muertos. Queremos el fin de las FARC por la vía negociada, y lo queremos ya.



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lunes, 10 de octubre de 2016

Colombia unida en la irresponsabilidad

Colombia unida... en la irresponsabilidad


Por: Said Abdunur Pedraza, organizador del Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz (2016) y director del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista (2009-2010)

Muchas personas, indignadas por el resultado del plebiscito del 2 de octubre, han racionalizado el resultado tachando al pueblo colombiano de ignorante, a los del No de estúpidos, ciegos, manipulados, y en algunos casos, insultando directamente a personas que manifestaron su apoyo al No y hasta lanzando amenazas mortales. Lo primero que quiero decir al respecto, es que esto demuestra que la sociedad colombiana EN SU CONJUNTO está enferma, tiene graves males del corazón y de la cabeza, y los resentimientos, odios y dolores están a flor de piel en todos nosotros. Es que los del Sí no somos unos santos, no estamos volando en las nubes, no somos ajenos a lo que pasa en el país, y por supuesto, no somos mejores ni superiores a los del No. La diferencia fundamental, es que los del Sí hemos hecho el esfuerzo de apoyar un acuerdo que en muchos aspectos no nos gusta, no nos satisface, pero es el mejor acuerdo posible, y es la forma real, concreta, viable y tangible de terminar con 52 años de derramamiento de sangre. Entre los del Sí hay una mayoría de las víctimas de las peores masacres dejadas por esta guerra, que también tienen dolor y resentimiento en su corazón, pero que se han puesto por encima de esos sentimientos por el bien del país, por el bien de las generaciones futuras. Los del Sí no somos blancas ovejas queriendo abrazar a los guerrilleros. También tenemos prejuicios y también nos fastidia ver a Timochenko dando discursos en la televisión. Pero tenemos claro que, si queremos construir un país en paz, tenemos que aceptar en la sociedad a quienes están ahora alzados en armas, y que tienen voluntad de cambiar fusiles por discursos.

Lo segundo, es que lo que realmente pasó el dos de octubre, fue la manifestación colorida, aplastante, transmitida a nivel global y observada por el mundo entero, de la IRRESPONSABILIDAD del pueblo colombiano. En ese día del plebiscito, se mostraron 4 grupos de colombianos:


1. Una abrumadora mayoría que no votó. Entre ellos, algunos porque no tenían la cédula inscrita. Pero entre los habilitados para votar, un 62,59% del electorado marcó la mayor abstención del país en 22 años. Estos colombianos se silenciaron a sí mismos, su opinión no cuenta, simplemente se hicieron a un lado. Irresponsables: En el momento más importante del país desde la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, no fueron capaces de asumir la responsabilidad histórica de acudir a las urnas, de manera informada y consciente, para apoyar o no el acuerdo de paz. Una vergüenza mundial.


2. Una minoría que votó y anuló su voto.Estas personas dejaron un mensaje contundente: les importa un sieso el futuro del país. Sí, es cierto que la democracia en Colombia es más bien un chiste, y que una gran cantidad de colombianos no creemos en las elecciones. Pero eso nojustifica ni la abstención ni los votos nulos o sin marcar, puesto que, en este caso en particular, no se trataba simplemente de una elección, sino de realizar un acto muy simple para participar de un momento histórico y hacer escuchar una posición política frente al acuerdo de paz. Los más de 257.000 votos anulados son una voz de meimportaunculismo activo. Irresponsables: En este momento clave del país, no supieron asumir su responsabilidad histórica de tomar posición, y simplemente dejaron su marca de rebeldía adolescente.

3.La mayoría de los votos válidos fue por el No, por un muy estrecho margen. Lastimosamente, gran parte de quienes votaron por el No, desconocen todavía el contenido del acuerdo que rechazaron. Solo se dejaron llevar por la campaña de indignación dirigida por Juan Carlos Vélez Uribe, liderada por Álvaro Uribe Vélez y financiada por el Grupo Uribe y las empresas de Ardila Lülle, entre otros. O simplemente obedecieron lo que les ordenó su pastor, que los amenazó con visionesapocalípticas totalmente ridículas. Les alimentaron los miedos y odios con mentiras y amenazas infundadas, y en lugar de examinar el texto del acuerdo y verificar si lo que les decían era cierto, salieron a votar No. Otros votaron No de manera totalmente visceral, con un sentimiento legítimo, comprensible, de dolor y odio contra las FARC, pero sin darse cuenta que debían pensar en el país y no en sí mismos. Irresponsables: Primero, porque no asumieron su responsabilidad de votar a conciencia, conociendo el texto de los acuerdos que iban a rechazar para saber qué realmente decían, ni tuvieron la seriedad de hacer a un lado opiniones y sentimientos personales, para armarse con argumentos que consideraran la realidad de los más afectados por la guerra y respondieran a ella. Y segundo, porque nunca exigieron a los impulsores del No unas propuestas claras, reales, para en caso de ganar. Y en efecto, ganaron, y cinco días después de su victoria, no han cumplido con la responsabilidad que tienen para con todo el país y las futuras generaciones, de exponer en un documento claro, sus propuestas para mejorar el acuerdo existente, a fin de que éstas puedan ser analizadas, estudiada su viabilidad, y solicitada su incorporación a la renegociación del acuerdo. La victoria del No detuvo los dineros que llegarían al país para financiar los procesos del posconflicto, congeló los programas de desminado, entrega de menores guerrilleros, iniciación de los procesos de justicia transicional, etc. Y ha dejado al país en un limbo, con el consecuente peligro de que la guerra vuelva a estallar en cualquier momento. Y lo peor es que las pocas exigencias que han hecho, ya forman parte de los acuerdos firmados, excepto una: la impunidad para militares que pide Álvaro Uribe.

1.     4. Casi la mitad de los votos válidos fueron por el Sí. Los votantes del Sí apoyaron un texto escrito, definido, que incluye metodologías, protocolos, cronogramas, etc., para el efectivo desarme de las FARC, la restitución de tierras, la divulgación de la verdad, y los mecanismos para evitar que esta guerra se repita. El acuerdo fue el resultado de casi 6 años de trabajo en el que hubo amplia participación de las víctimas. Apoyar el acuerdo era necesario para continuar con una serie de programas que ya se habían iniciado, como la entrega de menores por parte de las FARC, el desminado, y la entrega de información de inteligencia al Ejército Nacional. Pero también era necesario para iniciar el proceso de justicia, reparación y no repetición, y la construcción de un país en paz en el posconflicto. Quienes votamos Sí no solo lo hicimos porque queremos la paz, porque no queremos ver más muertes, sino porque la falta de contrapropuestas viables del No, la inexistencia de un documento concreto por parte de los promotores del No, nos confirmó que el acuerdo logrado no es perfecto, pero es el mejor posible, cosa que reiteraron muchos analistas internacionales, y que se vio confirmada con el apoyo de diversos países y con el aval de la Corte Penal Internacional. Con el triunfo del No, el proceso de paz, y el país entero, quedaron en el limbo. Irresponsables: Los promotores del Sí no cumplieron con su responsabilidad histórica de mostrarles a los del No por qué sí se debía aprobar el acuerdo, fallaron en hacer pedagogía, se confiaron en las encuestas que decían que el Sí ganaría por mayoría abrumadora, fracasaron en sus intentos de desenmascarar las mentiras y manipulaciones que utilizó la campaña del No como estrategia, y no se esforzaron lo suficiente para asegurar que el proceso de paz tuviera continuidad.

En conclusión, el país entero falló, y en uno de sus momentos históricos clave, demostró una irresponsabilidad enorme, vergonzosa, que nos ha dejado en ridículo a nivel mundial. Pero peor que eso, nos ha dejado ad portas de un fracaso rotundo del proceso de paz, ya sea que la guerrilla se desmovilice, pero jamás se implementen los mecanismos de verdad, reparación y no repetición, ni los cambios necesarios para mejorar al país (lo que ocurrió en Guatemala een 1999 y que dejó al país a merced de un ejército que viola los Derechos Humanos y de un crimen organizado que se tomó los espacios dejados por la guerrilla), o mucho peor, que volvamos a la guerra con las FARC.

El tiempo corre y cada día cuenta. El momento es ahora. Debemos asumir nuestra responsabilidad para con nuestra historia, nuestras víctimas, nuestro futuro, nuestros hijos, y para con el mundo entero. Debemos exigir que no se dilaten los diálogos para la continuación del proceso de paz. Sobre todo, debemos exigir que los puntos relativos a la restitución de tierras, el desarrollo rural agrario, y el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, sean mantenidos SIN CAMBIO ALGUNO, y que se presenten en cuestión de días las propuestas de cambios al acuerdo firmado con las FARC, o se apruebe el mismo tal como está, en caso de que no haya propuestas o estas no sean viables.
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jueves, 22 de septiembre de 2016

Musulmanes como agentes de paz

Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz

Evento abierto a todo público para exponer el compromiso de la comunidad musulmana colombiana con la construcción de una sociedad pacífica


Colombia está viviendo un momento histórico. La guerrilla más grande y antigua del mundo, por primera vez y luego de casi 6 años de negociaciones, ha firmado un acuerdo de paz con el gobierno. Este acuerdo será puesto a consideración del pueblo a través de un plebiscito. Es una gran oportunidad para reducir la violencia, terminar el conflicto armado y comenzar a ver los verdaderos problemas del país. Ya no se le podrá echar la culpa de todo a las FARC, y tampoco se podrá seguir utilizando el nombre de las FARC para seguir consiguiendo dineros, apoyos y armas para “liberar al pueblo colombiano”, como se ha estado haciendo con mucho éxito en algunos países europeos.

En el contexto político mundial, en el que los medios señalan a los musulmanes como “terroristas”, es importante en las sociedades latinoamericanas rechazar esta etiqueta, y tomar la iniciativa para que se nos reconozca a los musulmanes como gestores de paz.

En Colombia, los diálogos de paz de La Habana han iniciado un proceso muy importante en el país, en el que la comunidad musulmana puede y debe jugar un papel importante como parte de la construcción de una mejor sociedad colombiana en el posconflicto.

Por eso, invitamos a todos y todas a asistir a este evento, en el que los musulmanes expondremos la visión del Islam con respecto al proceso de paz en Colombia y a la paz en general, y mostraremos el trabajo que ya se viene desarrollando por parte de musulmanes para la construcción de la paz en el país.

El Foro tendrá lugar el sábado 1 de octubre de 2016, de 8:00 AM a 6:00 PM, en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, ubicado en la Carrera 19 b #24-86 de Bogotá, D. C.

Para asistir es necesario realizar una inscripción previa aquí: https://docs.google.com/forms/d/1i_SIwcwoyzndovYObigOH2-clcROkJkaL8KBAhPB5Is/edit#responses

Es una oportunidad para que musulmanes y no musulmanes compartamos nuestro compromiso por la convivencia pacífica y la construcción de un país mejor.



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lunes, 15 de agosto de 2016

¿Es la vida solo un juego?

¿ES LA VIDA SOLO UN JUEGO?


Todos invitados a compartir con los musulmanes, a conocer a los musulmanes, a hablar con los musulmanes, este sábado 20 de agosto de 2016 en más de 180 países. En Bogotá, nos vemos en el embarcadero del parque Simón Bolívar desde las 10:00 AM.

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jueves, 12 de mayo de 2016

Los musulmanes no son terroristas

Los Musulmanes no son terroristas


Trevor Noah es un reconocido actor, presentador y humorista sudafricano, quien luego de alcanzar éxito en la radio y la televisión de su país, se trasladó a Estados Unidos en 2011, donde también alcanzó pronto reconocimiento. Desde 2015 remplazó al famoso y galardonado Jon Stewart como presentador del programa The Daily Show, que ha recibido 23 premios Emmy.

Trevor Noah fue invitado al Festival de Comedia de Nueva York en 2016, donde habló sobre cómo los medios de comunicación fomentan el odio, el racismo y la islamofobia. A continuación presento un fragmento de su presentación con subtítulos en español.

Este video es una forma divertida de explicarle a cualquier no musulmán, en solo 10 minutos, por qué es absurdo creer que los musulmanes somos terroristas.
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lunes, 28 de marzo de 2016

Los musulmanes le dicen NO al terrorismo (11/11)

Los Musulmanes le dicen NO al terrorismo (11/11)

Parte 11 (final)

En los momentos en que publico el video final de esta serie, los medios de comunicación están concentrados en informar sobre el atentado terrorista ocurrido en Bélgica, un atentado deplorable con un desenlace triste y condenable, en el que hubo, entre otras, algunas víctimas musulmanas, de las que no hablan los medios. Los medios tampoco hablan del atentado que cegó muchas vidas musulmanas en Turquía unos días antes, ni de las vidas musulmanas perdidas en otros atentados ocurridos en Pakistán e Irak unos días después.

Lamentablemente, mientras las milicias cristianas masacran musulmanes en República Centroafricana y Nigeria, y los monjes budistas asesinan musulmanes en Myanmar (Burma), los medios de comunicación se centran únicamente en las bajas europeas, como si unos muertos tuvieran más valor que otros.

Los musulmanes rechazamos todo acto terrorista, vaya contra quien vaya.

Este video muestra a un grupo de musulmanes activos en sus comunidades, estudiantes del Islam, directores de centros islámicos y mezquitas, divulgadores de esta bella religión, quienes unidos envían un mensaje en contra del terrorismo y de los grupos extremistas que dicen actuar en nombre de los musulmanes, pero que en realidad están asesinando principalmente a musulmanes en diversas partes del mundo.


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martes, 9 de febrero de 2016

Los musulmanes le dicen NO al terrorismo (10/11)

Los Musulmanes dicen NO al terrorismo

Parte 10

Durante los últimos años, la situación de los musulmanes en Europa y Estados Unidos se ha hecho cada vez más difícil, debido a la campaña mediática que retrata a diario al Islam como una religión de odio y terrorismo. Al mismo tiempo, los medios callan el genocidio de musulmanes a manos de monjes budistas en Myanmar (Birmania) y a manos de laicos sionistas en Palestina, masacres que se suceden una tras otra desde hace años. Y mientras los medios independientes afirman que los últimos atentados en Francia son en realidad una operación de bandera falsa, los rusos bombardean a civiles indefensos en Siria, asesinando a hombres, mujeres y niños por igual.

A pesar de la persecución y la violencia que se ha desatado contra los musulmanes en muchos países del mundo, nosotros nos mantenemos firmes en defender las enseñanzas de nuestro querido Profeta: No se recurre a la violencia sino solo como legítima defensa y solo después de haber agotado de manera correcta todas las vías diplomáticas. La vida humana es sagrada y el derramamiento de sangre debe evitarse por todos los medios posibles. El Islam establece directrices para la guerra que exceden el actual Derecho Internacional Humanitario, entre ellas están:


  • No atacar a la población civil.
  • No atacar ni hostigar a mujeres, niños ni ancianos.
  • No matar sacerdotes ni rabinos.
  • No destruir mezquitas, iglesias ni sinagogas.
  • No atacar a combatientes desarmados.
  • No someter a sed al enemigo.
  • Respetar las treguas y aceptar toda propuesta de cese al fuego del enemigo.
  • No cortar árboles como estrategia de guerra.
  • No envenenar la tierra ni los pozos de agua.
  • Toda forma de tortura está prohibida.


Queda claro que las actividades de los grupos de mercenarios que están asesinando musulmanes en oriente y a quienes se les atribuyen atentados terroristas en occidente, están completamente fuera de las enseñanzas del Islam. Por eso, dichos grupos no representan en modo alguno a los musulmanes ni a su religión.

En este video habla Said Abdunur Pedraza, musulmán colombiano, traductor y arabista con estudios en ciencias islámicas en Egipto.


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