jueves, 9 de junio de 2022

No se trata de dos candidatos, se trata de dos visiones de vida

No se trata de dos candidatos, se trata de dos visiones de vida



Para esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022 en Colombia nos hemos enfocado mal: Nos dejamos llevar por la prensa, que nos polariza pintándonos que debemos elegir entre un viejito adorable que soluciona todo a bofetones y no puede decir tres frases juntas sin usar la palabra “prostituta” (nótese lo adorable), y un señor terrible, todo intelectual ahí, pura inteligencia maligna, demasiado preparado y experimentado para nuestra conveniencia (puro villano de película de James Bond). Olvidamos que estamos hablando de la Presidencia de la República, esto no es el concurso de Miss Simpatía ni un reality show. No hablamos de una persona sino de una institución, que debe articularse con las demás instituciones del país y que solo puede funcionar bien si en ella el presidente es la cabeza, el líder de un grupo sólido de expertos en diversas áreas trabajando en un mismo sentido.

La decisión que vamos a tomar en las urnas no es entre dos personas, sino entre dos equipos de trabajo y dos proyectos de gobierno, entre la bancada electa más grande del próximo Congreso apoyada por otras bancadas, más un equipo de trabajo compacto, cohesivo, y un hombre sin bancada y sin un equipo para conformar sus ministerios. Entre un proyecto de gobierno erigido a lo largo de años de desarrollo de un pensamiento consistente, y un proyecto de gobierno escrito por un asesor y que el candidato ni ha leído completo. Entre un discurso coherente y didáctico, y un discurso demagógico sazonado con obscenidades y agresiones.


Congresistas y consejalas del Pacto Histórico

Aquí no se trata de elegir un “salvador”, como si a este país pudiera arreglarlo una sola persona, negando nuestra responsabilidad social y colectiva de construir nuestra propia realidad. Tampoco se trata de darle el cargo más importante del país a “cualquiera menos él”, como el tóxico que le lanza ácido en la cara a su ex porque “si no soy yo no es nadie”, prefiriendo destruir al país antes que ver de presidente a un personaje solo porque no nos simpatiza.

Lo que se nos presenta es la oportunidad de abrir una brecha en la tradición de los últimos 20 años para iniciar la cimentación de un nuevo proyecto de vida nacional, cuya edificación nos tomará a todos mucho más de los 4 años que estarán el presidente y su equipo en el gobierno. La oportunidad de buscar mecanismos para detener la matanza y derrotar la impunidad. La oportunidad de que, al frenar el asesinato sistemático de líderes sociales y ambientales, en próximas elecciones tengamos muchas más opciones para elegir.

¿Será que el anciano que violenta a todo mundo con palabra, obra y omisión es el indicado para liderar un equipo que abra esa posibilidad? Ninguno de los dos equipos en contienda está libre de pecados, pero es lo que hay, y si queremos que en el futuro haya mejores equipos con mejores propuestas, lo primero es acabar con la hegemonía autoritaria de un grupo que lleva 20 años actuando solo en pos de sus intereses, y silenciando a plomo y motosierra a todo el que disienta o simplemente se interponga en su camino.

Dejemos ya el cuento de que Petro fue guerrillero. En el partido de gobierno recibieron con los brazos abiertos a por lo menos ocho exgerrilleros del EPL y del M-19 que ocuparon puestos gubernamentales durante los dos períodos del mismísimo Uribe (como Rosemberg Pabón, Darío Mejía y Augusto Osorno), así que no es justo estigmatizar a uno y alabar al resto.


Exguerrilleros que tuvieron participación en el gobierno de Uribe y apoyaron la candidatura de Duque

Por otro lado, no olvidemos que los terroristas narcoparamilitares que descuartizaron gente inocente solo para entrenar, y que trabajaron en unión con el ejército nacional para asesinar civiles desarmados y hacerlos pasar como bajas en combate, fueron recibidos con honores y aplaudidos de pie en el Congreso de la República. No vengamos a rasgarnos las vestiduras cuando hemos sido cómplices de que los terroristas desplazaran a más de 5 millones de colombianos de sus hogares (más de 78.000 solo en lo que va de 2022) y hayan hecho pasar por guerrilleros dados de baja a 6.402 civiles inocentes asesinados a sangre fría por el ejército, y nosotros felices porque “nos devolvieron la seguridad”.


Altos mandos militares están implicados en el asesinato de 6.402 civiles desarmados que fueron reportados falsamente como bajas en combate

Dejemos la hipocresía, la nuestra no es la historia de unos “terroristas guerrilleros” que atacaron vilmente a un “estado legítimo” que defendió heroicamente a su pueblo, ni mucho menos. Desde la masacre de las bananeras, pasando por el genocidio de la UP, hasta el actual asesinato sistemático de los desmovilizados de las FARC, de los líderes sociales y ambientales, incluyendo los falsos positivos, el estado colombiano ha sido autoritario, represivo y asesino. Así que no, no es la nuestra una historia de buenos contra malos, sino de un pueblo (campesinos, obreros, pequeños empresarios, emprendedores, estudiantes, amas de casa, indígenas, tenderos, etc.) tratando de sobrevivir en medio del fuego cruzado entre mafias del gobierno y mafias contrarias al gobierno.


Aida Avella, sobreviviente del genocidio contra la UP, junto al entonces presidente Santos, cuando el gobierno de Colombia reconoció su responsabilidad en dicho genocidio. Hoy día, Avella forma parte de la bancada electa al Congreso del Pacto Histórico

Hay que parar la hemorragia en Colombia. No más violencia, no más solucionar las cosas a bofetones e insultos, no más motosierra ni plomo. Si no comenzamos por ahí, ningún proyecto social ni económico (distinto al de los narcos) podrá prosperar.


La masacre de las bananeras, representada aquí por Botero, fue narrada por García Márquez en Cien Años de Soledad


Los colombianos nos preciamos de ser trabajadores, echados pa’ lante. Pues bueno, esta es la oportunidad de demostrarlo. El futuro comienza hoy y está todo por hacer, hay que trabajar mucho y muy duro, ¿vamos a hacerlo o a esperar un milagro que nos solucione la vida y arregle el país? ¿O vamos a tirar todo por la borda y a seguir el mismo camino de muerte solo por miedo al cambio?

Vamos todos a las urnas, no con miedo ni con odio, sino con responsabilidad. Ese es apenas el comienzo.



 Por: Said Abdunur Pedraza, organizador del Primer Foro de Musulmanes como Agentes de Paz (2016) y director del Concurso Mundial de Cuento y Poesía Pacifista (2009-2010)

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