miércoles, 21 de diciembre de 2022

¿Divinidad de Jesús? Una indagación

 ¿DIVINIDAD DE JESÚS? UNA INDAGACIÓN

El hombre está hecho para adorar y obedecer; pero si no le das órdenes, si no le brindas nada qué adorar, él inventará sus propias deidades, y hallará un líder en sus propias pasiones.

—Benjamin Disraeli, Coningsby.

 


La diferencia crítica entre las enseñanzas de Jesús y la fórmula trinitaria está en elevar a Jesús al estatus divino, un estatus que Jesús negó en los evangelios:

“¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios”. (Mateo 19:17, Marcos 10:18, y Lucas 18:19)

“El Padre mayor es que yo”. (Juan 14:28)

“Nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo”. (Juan 8:28)

“De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo…”. (Juan 5:19)

“Pero yo lo conozco, porque de Él procedo, y Él me envió”. (Juan 7:29)

“El que me desecha a mí, desecha al que me envió”. (Lucas 10:16)

“Pero ahora voy al que me envió…”. (Juan 16:5)

“Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió”. (Juan 7:16)

“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, Él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar”. (Juan 12:49)1(NE)

¿Qué dice la teología paulina? Que Jesús es socio en la divinidad, Dios encarnado. Entonces, ¿a quién debemos creerle? Si a Jesús, entonces escuchemos lo que sea que él tiene para decir:

“Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es”. (Marcos 12:29)

“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”. (Marcos 13:32)

“Al Señor tu Dios adorarás, y a Él sólo servirás”. (Lucas 4:8)

“Mi comida es que haga la voluntad del que me envió…”. (Juan 4:34)

“No puedo yo hacer nada por mí mismo… porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. (Juan 5:30)

“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió”. (Juan 6:38)

“Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió”. (Juan 7:16)

“Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios”. (Juan 20:17)

Mis itálicas en los versículos anteriores no implican que Jesús habló con énfasis, aunque nadie puede asegurar con certeza que no lo hizo. Más bien, las itálicas subrayan el hecho de que Jesús no sólo nunca reclamó para sí divinidad, sino que sería el primero en negarlo. En las palabras de Joel Carmichael: “La idea de esta nueva religión, con él mismo como deidad, fue algo de lo que él [Jesucristo] jamás pudo haber tenido el indicio más leve. En palabras de Charles Guignebert, ‘ni siquiera cruzó por su mente’”2.


Entonces, si Jesús jamás declaró ser deidad, ¿qué fue él exactamente? Él mismo respondió esta pregunta:

“No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa”. (Marcos 6:4)

“Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa’”. (Mateo 13:57)

“No es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén”. (Lucas 13:33)

Aquellos que lo conocieron confesaron: “Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea” (Mateo 21:11); y: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros…” (Lucas 7:16). Los discípulos reconocieron a Jesús como “que fue varón profeta” (Lucas 24:19. Véase también Mateo 14:5, 21:46, y Juan 6:14). Si estas declaraciones fueran inexactas, ¿por qué Jesús no los corrigió? ¿Por qué no se autodefinió como deidad si, en realidad, era verdaderamente una deidad? Cuando la mujer en el pozo afirmó: “Señor, me parece que tú eres profeta” (Juan 4:19), ¿por qué no le agradeció su humilde impresión, pero le explicó que había más en su esencia que sólo profecía?

¿O no lo había?

¿Jesucristo, un mero hombre? ¿Podría ser? Una buena parte del mundo religiosamente introspectivo se pregunta, “¿por qué no?” Hechos 2:22 registra a Jesús como “Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis”. Jesús mismo es registrado diciendo: “Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad…” (Juan 8:40). Sorprendentemente, una cita similar se encuentra en el Sagrado Corán: “Entonces [Jesús] habló: Por cierto que soy el siervo de Allah. Él me revelará el Libro y hará de mí un Profeta” (TSC 19:30).


Entonces, ¿Jesús fue un siervo de Al-lah (es decir, siervo de Dios)? De acuerdo con la Biblia, sí. O al menos, es lo que se entiende de Mateo 12:18: “He aquí Mi siervo, a quien he escogido…”. Además, los Hechos de los Apóstoles trazan el crecimiento de la iglesia temprana durante los primeros 30 años que siguieron al ministerio de Jesús, pero en ningún lugar en Hechos los discípulos de Jesús llaman jamás “Dios” a Jesús. En su lugar, ellos se refieren a Jesús como hombre y como siervo de Dios
3.

De hecho, el único versículo del Nuevo Testamento que apoya la doctrina de la Encarnación es 1 Timoteo 3:164.

Sin embargo, en relación a este versículo (que declara que “Dios fue manifestado en carne”), Gibbon anota: “Esta fuerte expresión puede justificarse por el lenguaje de San Pablo (I Tim. 3:16), pero somos engañados por nuestras biblias modernas. La palabra quien fue cambiada por Dios en Constantinopla a comienzos del siglo VI: la frase real, que es visible en las versiones en latín y en siríaco, aún existe en los razonamientos de los padres griegos y latinos; y este fraude, junto con aquel de los tres testigos de San Juan, es admirablemente detectado por Sir Isaac Newton”5.

¿Fraude? Bueno… esta es una palabra fuerte. Pero si miramos a los eruditos más modernos, es una palabra bien aplicada, pues “algunos pasajes del Nuevo Testamento fueron modificados para enfatizar más precisamente que Jesús fue una deidad”6.

¿La Biblia fue modificada? ¿Por razones doctrinales? Difícil hallar una palabra más apropiada que “fraude”, dadas las circunstancias.

En un capítulo intitulado “Alteraciones Teológicamente Motivadas del Texto” en su libro Misquoting Jesus [Citando erróneamente a Jesús], el profesor Ehrman diserta sobre la corrupción de 1 Timoteo 3:16, que fue detectada no sólo por Sir Isaac Newton, sino también por el erudito del siglo XVIII, Johann J. Wettstein. En palabras de Ehrman: “Un escriba tardío ha alterado el texto original, de modo que ya no se lee ‘quien’ sino ‘Dios’ (manifestado en carne). En otras palabras, este corrector tardío cambió el texto en esta forma para acentuar la divinidad de Cristo… Nuestros mejores y más antiguos manuscritos, sin embargo, hablan de Cristo ‘quien’ fue manifestado en carne, sin llamar a Jesús, explícitamente, Dios”7.

Ehrman subraya que esta corrupción es evidente en cinco manuscritos griegos tempranos. En todo caso, fueron los manuscritos corruptos, y no los “más antiguos y mejores” los que llegaron a dominar tanto los manuscritos medievales como las traducciones al inglés antiguo8. En consecuencia, desde los tiempos medievales hasta hoy, los dogmas de la fe cristiana han sufrido la influencia corrupta de una iglesia más devota a la teología que a la realidad9.

Ehrman agrega: “Mientras Wettstein continuaba sus investigaciones, encontró otros pasajes típicamente utilizados para afirmar la doctrina de la divinidad de Cristo que de hecho representaban problemas textuales. Cuando esos problemas son resueltos con base en la crítica textual, en la mayoría de las instancias las referencias a la divinidad de Jesús desaparecen”10.

Dado lo anterior, no es de sorprender que el cristianismo del siglo XX se haya expandido para incluir a aquellos que niegan la supuesta divinidad de Jesús. Una señal significativa de este cambio es el siguiente reportaje del periódico londinense Daily News: “Más de la mitad de los obispos anglicanos ingleses dicen que los cristianos no están obligados a creer que Jesucristo fue Dios, según una encuesta publicada hoy”11. ¡Es digno de resaltar que no fue el mero clero el que fue encuestado, sino los obispos, dejando sin duda a muchos en sus congregaciones rascándose la cabeza y preguntándose quién cree, si no sus obispos!



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Notas:

1 Véase también Mateo 24:36, Lucas 23:46, Juan 8:42, Juan 14:24, Juan 17:6-8, etc.

2 Carmichael, Joel. p. 203

3 Hombre: véase Hechos 2:22, 7:56, 13:38, 17:31; Siervo de Dios: véase Hechos 3:13, 3:26, 4:27, 4:30.

4 En el pasado, algunos teólogos intentaron validar la Encarnación con base en Juan 1:14 y Colosenses 2:9. Sin embargo, a la luz de la crítica textual moderna, estos versículos han perdido adeptos, y por buenas razones. Juan 1:14 habla de “el Verbo”, lo que no implica divinidad, y “el unigénito del Padre”, lo que no es una traducción correcta en modo alguno. En el caso de Colosenses, el problema trasciende el discurso incomprensible, empezando con el simple hecho de que en la actualidad se piensa que Colosenses ha sido falsificado. Para más detalles, véase el libro de Bart D. Ehrman Lost Christianities [Cristianismos Perdidos], p. 235.

5 Gibbon, Edward, Esq. Vol. 5, Capítulo XLVII, p. 207.

6 Metzger, Bruce M. y Ehrman, Bart D. The Text of the New Testament: Its Transmission, Corruption, and Restoration [El Texto del Nuevo Testamento: Su Transmisión, Corrupción y Restauración]. p. 286.

7 Ehrman, Bart D. Misquoting Jesus [Citando erróneamente a Jesús]. p. 157.

8 Ibíd.

9 Para mayor claridad, véase Metzger, Bruce M. A Textual Commentary on the Greek New Testament [Comentario Textual sobre el Nuevo Testamento Griego]. pp. 573-4.

10 Ehrman, Bart D. Misquoting Jesus [Citando erróneamente a Jesús]. p. 113.

11 Londres Daily News [Noticias Diarias]. 25 de junio de 1984.

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