martes, 25 de noviembre de 2014

Película “El creyente” – Un Judío Nazi Nihilista

PELÍCULA “EL CREYENTE” – UN JUDÍO NAZI NIHILISTA

Advertencia de spoiler: Este artículo resume la trama de la película El creyente y cuenta su final. La película fue aclamada por la crítica, ganó el Gran Premio del Jurado en el Sundance Film Festival en 2001 y el Golden St. George en el 23er Festival Internacional de Cine de Moscú, y su protagonista fue muy elogiado por su actuación. Repito, aquí se cuenta cómo termina la película.


Nota introductoria: El autor del texto central que aquí publico escribe desde su perspectiva como católico practicante y estudioso de teología romana. Considero que su análisis es acertado en la medida que explica el espíritu que mueve el apoyo de los sionistas, tanto judíos como cristianos, a la masacre desatada en Palestina durante la última década por parte de Israel. En ese sentido, este artículo revela un profundo alcance teológico, social y político de la película en relación al camino que el Judaísmo está siguiendo y a lo que podemos esperar de Israel en el futuro.

Publicado originalmente por Dr. Henry Makow* en julio 1º de 2014 en henrymakow.com/the_nihilist_the_nazi_the_jew.html
* Henry Makow es un escritor canadiense y doctor en literatura inglesa.


Quizás la única película que le da una mirada crítica al Judaísmo es esta, de 2001, que trata de un judío que se hace nazi, y que no logró recuperar en taquilla el dinero invertido, a pesar de obtener el 84% de opiniones positivas de los críticos.

Henry Bean, el director, dice que los distribuidores de Hollywood rechazaron la película después de que una audiencia de matronas judías en el Centro Simon Wiesenthal la calificó con sus pulgares hacia abajo.

En la crítica siguiente, donde Jones utiliza el término “nihilista” yo usaría “satanista.”



Judíos nazis
Por Dr. E. Michael Jones**
Publicado en abril de 2011 en www.culturewars.com/2011/JewishNazis.htm(Pág.ha sido movida o eliminada a la fecha)
Extracto editado por Henry Makow en mayo 2011

** E. Michael Jones es un escritor estadounidense y exprofesor de la universidad de Santa María en Indiana, Estados Unidos. Es editor de la revista digital Culture Wars y autor de varios libros acerca de la relación entre la Iglesia Católica y el secularismo, y sobre las fricciones históricas entre católicos y judíos. Entre sus obras se encuentra el libro “Judíos nazis”, de donde se tomó este fragmento.


El creyente es una película de 2001 escrita y dirigida por Henry Bean acerca de un judío ortodoxo, interpretado por Ryan Gosling, que se hace neonazi. La película está inspirada en la vida de Daniel Burros, un neonazi que cometió suicido a mediados de la década de 1960, después de que un periodista del New York Times escribió un artículo en el que lo exponía como judío.

Según Bean: “Burros estaba alojado en un campamento en Poconos con los neonazis cuando apareció la historia en el New York Times que afirmaba que él era judío. Los nazis no estaban molestos. Ellos solo decían bien, sentémonos, podemos hablar de esto. Pero Burros salió de su habitación, se puso un revólver Wagner y se disparó. Se suicidó menos de una hora después de que la historia salió a la luz pública.”

Bean comenzó a indagar la historia de Danny Burros en la década de 1970 cuando  vivía como escritor en la costa oeste. Comenzó a ver a Burros como la representación se una clase particular de judío. “Él era un rabino frustrado. El antisemitismo es una forma de Judaísmo practicante. Él es una especie de rabino, después de todo. Judío en el día, nazi en la noche… Estaba ocultando desesperadamente algo y al mismo tiempo trataba de exteriorizarlo compulsivamente. La gente es llevada a la contradicción. Él experimentaba una conversión, pero no de regreso a la Tora.”

Al contar la historia del judío nazi, Bean concluyó: “Comencé a entender lo que es el Judaísmo.”

La explicación de Bean sobre cómo un judío puede convertirse en nazi está en la raíz teológica. A través de una serie de flashbacks, el espectador ve a Danny Balint, como se llama en la película, discutiendo con su maestro de la escuela talmúdica sobre si Abraham le perdonó la vida a Isaac, como se relata en el Génesis, o si, como Danny sostiene, este último murió en el monte Moriah.

Los problemas de Danny con la religión derivan del hecho de que él se toma la Tora mucho más en serio y de forma más literal que sus compañeros de la escuela talmúdica. Cuando uno de ellos le dice a Danny que “el temor de Dios es el comienzo de la sabiduría,” él se explaya en prosa: “El temor de Dios,” responde, “te hace temerle a todo. ¿Acaso crees en Dios? Yo soy el único que cree. Lo veo como el loco ebrio de poder que es. ¿Y se supone que debemos adorar semejante deidad? Yo dijo: jamás.”

En ese punto, el profesor le dice a uno de los estudiantes: “Pídele al rabino Singer que retire a Danny de mi clase,” lo que impulsa a Danny a elevar sus ojos y decirle a Dios: “Deja entonces que Él me destruya ahora mismo. Que me destruya como el matón vanidoso que es. ¡Hazlo!”

Cuando Danny accede a que lo entreviste un periodista del New York Times, le da un discurso elocuente de antisemitismo. El Judaísmo “es una enfermedad… El verdadero judío es un nómada y un errante. No tiene raíces ni apegos. Lo universaliza todo. Todo lo que puede hacer es comprar y vender, y manipular los mercados. Todo es mental. Marx, Freud, Einstein: ¿Qué nos han dado? Comunismo, sexualidad infantil y la bomba atómica. Ellos no quieren nada más que la nada, nada sin fin.”

El eje central de El creyente es teológico. Danny ha penetrado el corazón de la religión judaica al entender que los judíos adoran la Nada. Como le dice al periodista del Times, los judíos “no quieren nada más que la nada, nada sin fin.”

El periodista del Times queda impactado, pero al momento en que el verdadero problema surge, él cambia el tema. “Wow,” le dice a Danny, “tienes una oratoria increíble, pero ¿cómo puedes creer todo eso si tú mismo eres judío?”

Al verse confrontado por la contradicción en el corazón de su identidad, Danny se pone violento. Al principio niega ser judío, luego amenaza con demandar al Times si el periodista publica el artículo: “Su irrespeto es temerario. Voy a demandar a su periódico judío de porquería.” Finalmente, saca un arma, se la pone en la boca al periodista, y como si no fuera consciente de la contradicción, le anuncia: “Si publica ese artículo, me mato.”

Todos los temas que hemos estado discutiendo —judíos, racismo, nazismo, nihilismo y violencia— están presentes en esta poderosa escena. En este punto, comienzan a unirse en una imagen coherente.

El judío nazi es un terrorista político, pero es antes que nada, un nazi, es decir, una clase particular de socialista. Los judíos fueron atraídos hacia el socialismo y el comunismo a lo largo del siglo XIX. De hecho, los judíos constituían la columna vertebral de esos movimientos. Los judíos se sienten atraídos hacia esos movimientos porque les proporcionan tanto un antídoto como una forma de expresar políticamente el nihilismo judío, que surgió cuando llegó la Ilustración a los shtetl (villas judías en Europa central y oriental) y destruyó el Judaísmo rabínico.

Privado de una cosmovisión coherente, el judío continúa teniendo el sentido de ser miembro del pueblo elegido, lo que ahora solo puede hallar expresión en la violencia revolucionaria. La mejor forma para que el shtetl judío consiguiera Tikún Olam (reparar el mundo) era por la vía de la dinamita y el revólver Colt.

EL JUDAÍSMO ES NIHILISTA


Después de su rechazo de Jesucristo, los judíos confeccionaron una religión que está basada en la ausencia de Logos, es decir, la ausencia de Ser, es decir, la nada.

Si la Eucaristía en el tabernáculo en la Iglesia Católica se puede denominar “la presencia real”, entonces lo que los judíos que rechazan a Jesucristo adoran en su sinagoga puede ser denominado “la ausencia real”, que es otra palabra para la nada. Los judíos no adoran nada, o mejor, los judíos adoran la nada. El judío, como Jacques Derrida ha señalado a su pesar pero con amplitud en su crítica literaria deconstructiva, está obsesionado con la ausencia de presencia o la presencia de ausencia.

El nihilismo conduce inevitablemente a la violencia porque la violencia, que es una manifestación de la voluntad arbitraria y autónoma, es la única forma en que la persona activa puede asegurar su existencia en un mundo sin Logos.

La violencia es una forma extrema de autoafirmación, y solo las formas extremas de afirmación son lo suficientemente potentes para evitar el deslizamiento hacia el no ser al que el judío nihilista está expuesto por el hecho mismo de que es judío.

El nihilismo, en otras palabras, conduce inevitablemente a la violencia. Así que, para regresar a la trama de El creyente, cuando Danny entra a una librería judía, se encuentra con uno de sus excompañeros de la escuela talmúdica (Yeshiva), que lo invita al servicio religioso en la sinagoga —la misma sinagoga en la que resulta que Danny puso una bomba, que no llegó a estallar.

Esta vez él pone otra bomba, programada para estallar durante los servicios del Sabbath, en los que decide leer la Tora. Cuando Danny va a la sinagoga, se encuentra con uno de sus excompañeros de la Yeshiva, que lo llama “judío nazi.”

Al mostrarnos a Danny en la sinagoga donde ha plantado una bomba, Danny el nazi por fin tiene éxito en matar a Danny el judío. Pero ya que muere recitando la Tora, es igualmente exacto afirmar que Danny el judío termina matando a Danny el nazi.


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